Fue uno de los mundiales más importantes de la historia porque además de lo deportivo, Nelson Mandela utilizó al rugby para que se termine la pelea racial entre los propios sudafricanos
En el primer Mundial de rugby que Sudáfrica pudo participar fue campeón porque en los dos anteriores 1987 y 1991 no había sido posible por el apartheid que existía en ese país donde la pelea entre razas era un tema de preocupación internacional. La IRB, ahora llamada World Rugby, confirmó que Sudáfrica iba a ser la sede del Mundial 1995 con todo lo que eso conllevaba.
El presidente en ese entonces ya era Nelson Mandela, uno de los hombres más importantes a nivel mundial en cuanto a lucha en contra del racismo y fue quien hizo que tanto blancos como negros puedan volver a jugar juntos en un equipo de rugby.
Bien reflejado en la película Invictus, Sudáfrica revoluciona el país con los Springboks, que venían de un mal año y no podían dejar pasar la chance de ganar el Mundial en su casa. La final se la ganaron a los todopoderosos All Blacks, que contaban con Jonah Lomu, quien parecía indetenible para cualquier jugador.
En aquella final, un drop de Joel Stransky le dio la gloria a Sudáfrica en Johanesburgo para que Mandela y todos los presentes festejen el primero de los dos Mundiales que ganaron los Springboks -el segundo fue en 2007 en Francia al derrotar a Inglaterra en la final-. Ante 63 mil personas, el partido se fue a tiempo suplementario y es así cuando el apertura concreta el drop más importante en la historia del rugby sudafricano.
En esa Copa del Mundo, Argentina decepcionó porque perdió sus tres partidos de la fase de grupos. Samoa, Italia e Inglaterra fueron los verdugos de los Pumas que perdieron todos los partidos por seis puntos, lo que hacía preveer que todavía faltaba pero no tanto para poder trascender en Copas del Mundo. Se lograría cuatro años más tarde con la histórica clasificación a cuartos de final.
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